viernes, 25 de junio de 2010

Vamos

Todo empezó cuando te acercaste y sentí tu respiración en mis orejas. En ese momento, ellas gozaban de una cálida temperatura, hasta que llegaste tú e hiciste que se quedasen gélidas por el simple susurro de un te quiero. ¿Por qué llamarlo simple, si es sencilla y puramente maravilloso? Me cogiste por la cintura, recordándome que siempre estaremos juntos. No hay que temer al "siempre", es simplemente una palabra y a la vez una prueba. Cofiemos, sabemos que podemos llegar muy lejos, y sí, hablo tanto del amor y de la amistad como de llegar a las estrellas.

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